martes, 1 de enero de 2013

Zedillo y el ejercito Mexicano autorizan a poyos a paramilitares



Zedillo y el ejercito Mexicano autorizan a poyos a paramilitares 







Informe de la Agencia de Inteligencia de Defensa menciona la participación del Ejército
CSG y Zedillo autorizaron apoyo a paramilitares en Chiapas, dice EU
Estos grupos armados eran supervisados por la inteligencia militar mexicana durante las fechas en que se perpetró la matanza de Acteal
El Archivo Nacional de Seguridad presentó los documentos:

Deudos de víctimas de ActealFoto Moysés Zúñiga Santiago/Archivo
David Brooks
Corresponsal
Periódico La Jornada
Viernes 21 de agosto de 2009, p. 3

Nueva York, 20 de agosto. La Agencia de Inteligencia de Defensa de Estados Unidos informó sobre el apoyo directo del Ejército Mexicano a paramilitares en Chiapas, que se brindaba desde mediados de 1994, con autorización del entonces presidente Carlos Salinas, como parte de la estrategia contrainsurgente contra las bases zapatistas, y señala que estas agrupaciones armadas estaban bajo la supervisión de la inteligencia militar mexicana durante las fechas en que se perpetró la matanza en Acteal, ya con Ernesto Zedillo como titular del Ejecutivo. Lo anterior está plasmado en documentos oficiales estadunidenses recién desclasificados y presentados hoy por la organización denominada National Security Archive (Archivo Nacional de Seguridad).

Un cable enviado por la agregaduría de Defensa de Estados Unidos en México a la jefatura de la Agencia de Inteligencia de Defensa, (DIA, por sus siglas en inglés), instancia del Pentágono, fechado el 4 de mayo de 1999, informa que para mediados de 1994, el Ejército Mexicano contaba con autorización presidencial para instituir equipos militares encargados de promover grupos armados en las áreas conflictivas de Chiapas. El intento fue asistir a personal indígena local en resistir al Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN). Además, durante la masacre de Acteal de 1997, oficiales de inteligencia del Ejército estaban involucrados en supervisar a los grupos armados en los Altos de Chiapas.

Al describir el apoyo directo del Ejército Mexicano a grupos indígenas armados en la zona de Chiapas donde se ubica Acteal, el cable informa sobre una red clandestina de equipos de inteligencia humana (agentes de inteligencia) formados por el Ejército a mediados de 1994, con la autorización del entonces presidente Carlos Salinas de Gortari. Estos equipos tenían la tarea de infiltrar comunidades indígenas para lograr obtener información sobre simpatizantes zapatistas.

Fueron estos equipos, agrega, quienes promovieron grupos armados antizapatistas –esto es, paramilitares–, otorgando tanto capacitación como protección frente a las autoridades de seguridad pública y unidades castrenses en la región. El cable informa que estas actividades ya se realizaban desde diciembre de 1997, cuando ocurrió la matanza de Acteal.

Lo más importante sobre los documentos de la DIA es que contradicen directamente la historia oficial sobre la matanza relatada por el gobierno del entonces presidente Ernesto Zedillo, afirma Kate Doyle, directora del Proyecto México del National Security Archive, en su presentación de los documentos que su organización obtuvo bajo las leyes de libertad de información y difundidos en su sitio de Internet. Doyle recuerda que el informe del procurador general de la República, Jorge Madrazo, en 1998, afirmaba que la PGR había documentado la existencia de grupos civiles armados en Chenalhó, no organizados, articulados, entrenados ni financiados por el Ejército Mexicano ni por otras instancias gubernamentales, sino que su gestación y organización responde a una lógica interna determinada por la confrontación entre las comunidades y dentro de las comunidades, con las bases de apoyo zapatista.

El cable de la DIA también ofrece detalles nunca antes conocidos sobre el funcionamiento de los equipos de inteligencia humana del Ejército Mexicano en otorgar este apoyo. El cable describe que estos equipos eran compuestos primordialmente por oficiales jóvenes con rango de capitán segundo y primero, así como por algunos sargentos selectos que hablaban los dialectos de la región.

El informe enviado a la sede de la DIA agrega que los equipos de inteligencia humana estaban compuestos por entre tres y cuatro personas, a quienes se les asignaba cubrir comunidades por un periodo de tres o cuatro meses. Después de tres meses, los oficiales pertenecientes a los equipos eran rotados a una comunidad diferente en Chiapas. La preocupación por la seguridad de los equipos era la razón más importante para la rotación de éstos cada tres meses.

Para Doyle, estos documentos llevan a la conclusión de que la lógica de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) era “una estrategia de contrainsurgencia cuidadosamente planeada que combinó programas de acción cívica –frecuentemente anunciados por la Secretaría de Defensa en declaraciones a la prensa– con operaciones de inteligencia secreta diseñadas para fortalecer a los paramilitares y provocar el conflicto en contra de los partidarios del EZLN”.

Doyle critica la falta de acceso y disposición del gobierno mexicano a toda la documentación sobre Acteal. Hasta que la administración actual decida honrar su obligación de informar a sus ciudadanos sobre la verdad de la masacre de 1997, el clamor del pueblo por los hechos permanecerá perdido en los archivos improcedentes. Y a nosotros sólo nos queda recurrir a Estados Unidos en busca de información sobre el 
Ejército Mexicano y Acteal.

Despliegue de tropas

En el segundo de los dos documentos desclasificados y presentados por el National Security Archive, se trasmite información sobre el despliegue de 5 mil elementos de tropa por parte del gobierno de Zedillo –para reforzar a los 30 mil desplegados permanentemente en Chiapas, o lo que es llamada zona de conflicto– inmediatamente después de la masacre de 45 indígenas tzotziles en Acteal, el 22 de diciembre de 1997.
Citando a fuentes abiertas, esto es, a medios de comunicación, como también secretas, la oficina del agregado de Defensa de Estados Unidos en México informa a la DIA en el cable fechado 31 diciembre de 1997, que unas 2 mil tropas, más otras fuerzas, fueron desplegadas en la zona de Chenalhó para ofrecer ley y orden en la región, así como también tareas sociales a comunidades indígenas, en particular a las comunidades desplazadas por el grupo MIRA. Indica que integrantes de esa agrupación paramilitar han gobernado la zona por amenazas y violencia en la región de Chenalhó. A la vez, se informa que otras unidades fueron puestas en alerta para asistir en el evento de una sublevación.

Entre las fuentes abiertas citadas por el documento, incluidas algunas publicaciones, se menciona a La Jornada, a la cual se refiere como un periódico considerado como bien escrito, inclinado hacia la izquierda, con buena cobertura noticiosa.

28 de Diciembre_ dia del NO AL ABORTO

28 de Diciembre_ dia del NO AL ABORTO
























La CIA en Chiapas

Boletín Mexicano de La Crisis
No. 205 del 4 al 10 de diciembre de 1999.
La CIA en Chiapas
Hector A. González
 
Un antropologo mexicano desentrañó desde agosto de 1985 la injerencia de la CIA en Chiapas. Desde esa fecha se gestó el embrión de los grupos paramilitares que luego del estallido del 1 de enero de 1994 se multiplicaron y entre los que se encuentran los llamados "chinchulines", "Alianza Bartolomé de los Llanos", "Paz y justicia" y "Tomás Munzer".


Juan Manuel Sandoval Palacios antropólogo investigador de la Escuela Nacional de Antropología e Historia desde 1985 alertó al gobierno mexicano sobre la presencia de la CIA y los primeros brotes de la guerrilla en Chiapas.


Sandoval Palacios presentó sus hallazgos en un congreso Nacional de Investigadores en Antropología. Para el especialista mexicano el asunto central para el gobierno estadounidense en el caso de Chiapas, además del espionaje, era el de impulsar actitudes individualistas entre los indígenas de las diferentes etnias, de manera tal que fuera facil introducir ideas divisionistas en ellas y que perdieran el sentido de colaboración y de comunidad y las instituciones que las sustentan, como son la ayuda mutua o "tequío", las mayordomías, las fiestas tradicionales, etcétera.



Catorce años después de las señales de alerta del antropólogo Sandoval, no solamente hay indicios de que en México existen grupos "vengadores" de la cavernaria ultraderecha mexicana que están dispuestos a cometer actos de terrorismo como el de la masacre de Chenalhó el 22 de diciembre de 1997.


A partir de la irrupción del alzamiento de los zapatistas del sureste ha quedado en claro la conformación de diversos grupos paramilitares alentados desde el partido en el poder y los grupos caciquiles que predominan en Chiapas. A juzgar por los hechos de Chenalhó quedó en claro que el gobierno no estuvo resuelto a reprimir con energía a esta nueva delincuencia, sino que la alentó a destinar partidas secretas del erario público al membrete "Desarrollo, Paz y Justicia" bajo cuyo disfraz operan los grupos paramilitares.



Sería conveniente que los analistas y operadores del aparato de seguridad nacional evaluaran con todo cuidado algunas circunstancias sobre el origen y los autores intelectuales de los grupos que perpetraron la masacre de Chenalhó. Las pesquisas a diferencia de las "investigaciones" al vapor de la PGR podrían revelar que gran parte de los grupos paramilitares que han actuado en los últimos cuatro años no están formados por "indígenas rabiosos", pues en realidad los acontecimientos que enlutaron la Navidad e indignaron a los mexicanos resultan de un tono mucho mayor.

Los hallazgos del Antropólogo Sandoval Palacios realizados a mediados de los ochentas, en la actualidad han cobrado gran relevancia en la inestabilidad de la frontera sur.
"Los agentes de la CIA utilizan principalmente dos disfraces: miembros de numerosas sectas de corte evangélico y científicos sociales que investigan bajo la cobertura de instituciones del gobierno de los Estados Unidos y, más recientemente, de algunas universidades e instituciones mexicanas donde se han logrado infiltrar gracias al apoyo incondicional de algunos funcionarios de estas; o por méritos propios debido a que se les considera entre los mejore de su campo científico se les invita como profesores o investigadores, bajo el supuesto de que ciencia es neutral...









"Muchos de los investigadores estadounidenses son asesores de la Casa Blanca, agentes de Agencia Central de Inteligencia (CIA) y de otras dependencias como el Departamento de Estado"




El antropólogo Sandoval señala a sus homólogos estadounidenses Robert Camark y Gary Goasen como los pioneros de la CIA en Chiapas. Ambos "Investigadores" emprendieron en 1983 un proyecto sobre los chamulas y los tzotziles. Camark y Goasen hablan perfectamente el tzotzil y el quiché, ya que también trabajaron con los indígenas de esa etnia en Guatemala.


Camark trabaja para el Centro de Estudios Mayas de la UNAM y contaba con el aval del Instituto Nacional Indigenista. Sus servicios de información eran muy apreciados por el Departamento del Estado.

En los ochentas en Chiapas desembarcaron numerosos antropólogos del Proyecto Lingüístico "Francisco Marroquin" que fue fundado en Guatemala en los años sesentas bajo la Alianza para el progreso.

Dos conrrotados miembros de este proyecto que trabajaron en México fueron Karin Dakin y Thomas Smith. El primero fue miembro del Instituto de Investigaciones Antropológicas y el Instituto de Investigaciones Filológicas, ambos de la UNAM. El segundo fue investigador en el colegio de México.

Cuando en 1984 se fundo el doctorado de antropología en la UNAM, se nombro para dirigirlo a un ex agente del Departamento del Estado, el doctor Norman McQwon.
MaQwon trabajó de manera estrecha con Heberto Morales Constantino, rector de la Universidad Autónoma de Chiapas. Constantino tenía estrechas ligas con universidades ultraderechistas de Estados Unidos y confecionales de Colorado y Alabama, lo mismo que con agentes de la CIA.


Constantino trabajó en proyectos conjuntos con James Burke, de las universidades de colorado y Alabama. Constantino fue descubierto como agente de la CIA cuando el jefe de la estación de la CIA en México, Lawrence Sternfield fue descubierto por el periodista Manuel Buendía.

Otro agente de la CIA que trabajó en Chiapas como coordinador del Instituto Lingüístico de Verano en los altos de Chiapas fue Thomas A. Lee que junto con Constantino y James Burke trabajaban para Lawrence Sternfield reportando los movimientos indígenas de Chiapas.